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El rostro de Abraham
no podía describirse con palabras, el miedo y la ira se habían apoderado de él
a partes iguales, totalmente quieto en el sitio sin saber qué hacer si lanzarse
a por ellos a una muerte segura o salir corriendo. ¿Por cuál de las dos
decantarse cuándo ambos sentimientos compartían espacio en su Corazón? Tales
sentimientos eran tan grandes que había olvidado que se encontraba justo al
lado del ser más poderoso según le había dicho Kuroi, no podrían tocarle si
estaba en lo cierto, y por cómo se había comportado Keiro, recordó aquella
confianza y recuperó la compostura, cambiando el gestode incertidumbre por el
de asco.
-Chss (¿Me has traído
ante ellos?)
-Chss (Ellos tienen
lo que Kuroi quiere.)
-Chss (¿Y se lo
pedimos y ya está?)
-Chss (No saben cuál es su plan.)
-Chss (No saben cuál es su plan.)
-Keiro, es bueno
tenerte aquí de visita después de tanto tiempo. Y veo que has traído al hijo
de...
-¡No te atrevas a
pronunciar su nombre!
El Avatar de Oscuridad se calló antes de terminar, pero no por miedo a la amenaza, quizás como una señal de respeto a su huésped.
El Avatar de Oscuridad se calló antes de terminar, pero no por miedo a la amenaza, quizás como una señal de respeto a su huésped.
-¿Es un regalo?
-No, no lo es. Ha
venido a recuperar algo que...
-Chss...
-¿Qué?
-Chss (Que no sé qué es, lo sabía Kuroi.)
-Chss (Que no sé qué es, lo sabía Kuroi.)
-Oh... Esperad un
momento.
Ambos se dieron la
vuelta para seguir hablando en bajito.
-¿No tienes una menor
idea?
-No... Se suponía que
él iba a cogerlo.
-Mmm... Vaya...
Espera un momento. Eso es rápido de solucionar.
-¿Vas a ir a por él?
-No, ya te dije que
no nos hace falta. Es tan fácil como...
Keiro alzó su mano y
un orbe de Oscuridad surgió de la palma empezando a tomar una forma cada vez más
específica hasta que tomó la forma de un talismán bastante grande.
-¿Qué es eso?
-¿Eso es lo que
vienes a buscar Keiro?
Los Avatares de la Oscuridad se miraron entre ellos preocupados por lo que habían visto en la palma de la mano del morador de la Oscuridad, bastante molestos a la par que ¿asustados? ¿Eso que notaba Abraham en sus ojos era... miedo? ¿Aquellos que habían destruído un universo entero para su ganancia personal tenían miedo?
Los Avatares de la Oscuridad se miraron entre ellos preocupados por lo que habían visto en la palma de la mano del morador de la Oscuridad, bastante molestos a la par que ¿asustados? ¿Eso que notaba Abraham en sus ojos era... miedo? ¿Aquellos que habían destruído un universo entero para su ganancia personal tenían miedo?
-Yo no. Él.
-Bueno... Ja, ja...
Es obvio que no podemos dárselo.
-¿Qué es?
Preguntó Keiro quitándose
la capucha para poder mostrar su rostro totalmente desquiciado por la locura,
con los ojos totalmente amarillos y el color de la piel oscurecido a más no
poder, casi parecía más un Sincorazón que un humano caído en la Oscuridad.
Todos en la sala se asustaron, Abraham no fue menos a pesar de que le veía de
perfil.
-Es... Es...
-¡No es de tu
incumbencia Morador de la Oscuridad!
Dijo el que parecía
el más poderoso de los Avatares, intentando sacar valor. Era increíble aquel
sentimiento de pavor que sentía Abraham, pero más increíble era que aquellos a
lo que había temido toda su vida y que le habían arrebatado todo estaban igual
de asustados que él.
-El chico quiere
saberlo.
Keiro empezó a jugar
entre sus dedos con el orbe de Oscuridad que se convirtió en un rayo de energía
chispeante.
-Lo que planeáis
hacer no es posible.
-A menos que... El
Dios del Tiempo.
-Es uno de los que se
mantuvo con vida.
-Quieren enmendar
todo lo que hicimos, que no valga para nada.
-No pueden. Aunque lo
lograran, no cambiarán nada, no pueden hacernos frente.
-¡Nunca digas nunca
jamás!
Volvió a gritar el más
poderoso de ellos no queriendo pecar de idiota.
-Nunca os daremos la
gema.
La energía que fluía
por la mano de Keiro empezó a crecer en tamaño a medida que se movía entre los
dedos y miró a Abraham un segundo.
-Ponte a cubierto,
hijo de Eleone. No creo que pueda con todos a la vez pero te daré tiempo para
que encuentres la gema.
Esto se oyó perfectamente
en toda la sala, no fue dirigido exclusivamente a Abraham, y los Avatares de la
Oscuridad se pusieron todos en alerta al escucharlo.
-¿Planeas enfrentarte
a todos nosotros, insensato?
-Corre.
Abraham no se lo pensó
y salió de la estancia dónde estaban los doce tronos a toda prisa, tras de sí
dejó una estela de rayos de energía de todos los colores y terribles sonidos
que sonaban como el dolor y la muerte, pero no iba a quedarse para averiguar cuál
de los dos traían ni iba a mirar atrás para ver cuántos colores podían percibir
sus ojos, tenía el tiempo contado antes de que aquello se cayera a cachos o
Keiro perdiese, eso último no quería pensarlo pero aún así eran doce contra
uno.
La búsqueda, a pesar
de los ruidos, los retumbos y que aquel lugar parecía que se iba a venir abajo,
fue bastante tranquila, aquel lugar parecía sagrado para los Avatares y no había
un solo alma en él. Después de que los Mundos mergiesen y el Reino de los
Corazones cayese, los Sincorazón dejaron de existir, pero ellos crearon
criaturas aún más terribles para proteger sus palacios y emprender sus guerras,
las que fueran necesarias, por suerte para Abraham ninguna de ellas estaba allí.
Así que fue cuestión de tiempo que encontrara la sala donde la gema se
encontraba.
Era preciosa, mucho más
que en la silueta que Keiro había logrado mimetizar en sus manos, pero no tenía
ni idea de para qué servía, así que simplemente la cogió. Pero cuando lo hizo
sintió su poder, le encandiló hasta el punto de no ser capaz de moverse y
mirarla fijamente, causando que un montón de imágenes mezcladas se juntaran en
su mente para esbozar entre ellas sólo una lo suficiente clara, el rostro de su
madre. O uno que se le parecía mucho.
-¿Qué... es...?
-¡Te cogí!
-¡...!
El Corazón le dio un
vuelco a Abraham cuando sintió una mano en su hombro, casi pudo notar cómo
intentó salírsele por la boca pero lo que de verdad casi lo consiguió fue ver cómo
todo se deshacía a su alrededor y dejaba de estar en aquella sala, sólo para
darse la vuelta y ver que la mano del que le agarraba no era otra que la de
Keiro.
-¿Cómo...?
La pregunta no terminó de salir de su boca, al bajar un poco más la mirada vio cómo varias manchas e hilos de sangre desbocaban del cuerpo de Keiro, y por la pinta parecía que no era nada bueno, por mucho que pareciese que se iban a cerrar en cualquier momento.
La pregunta no terminó de salir de su boca, al bajar un poco más la mirada vio cómo varias manchas e hilos de sangre desbocaban del cuerpo de Keiro, y por la pinta parecía que no era nada bueno, por mucho que pareciese que se iban a cerrar en cualquier momento.
-¿Qué...?
-¿Qué, esperabas que
pudiera acabar con todos? Agg...
-¿Estás bien? ¿Con
todos? ¿Cuántos has...?
-Tres... Pero los otros nueve no han salido ilesos.
-Tres... Pero los otros nueve no han salido ilesos.
-¿D-de verdad?
-¿Crees que de no ser
así no hubiera sido otro el que te hubiera alcanzado? Por suerte para ti de
entre todas mis habilidades, la de moverme por los Corredores de Oscuridad es
la que mejor domino.
-Estás... sangrando
mucho...
-Me he dado cuenta.
Tras decir eso las
fuerzas de Keiro terminaron de escapársele y cayó al suelo sentado agarrándose
las heridas.
-¿No vas a salir de ésta?
-No sé, no lo parece,
pero te he ganado tiempo. Tienes... tienes que encontrar a Kuroi.
-¿A Kuroi?
Fue entonces cuándo
Abraham se dio cuenta de que no sólo no estaban en Memoria, tampoco estaban en
el Mundo de Keiro.
-Sé cuáles son sus
intenciones para contigo, si ésa es la única forma de que aún tenga la
oportunidad de volver a estar con Bastet.... Mmmggh... Me la jugaré todo en
ella.
-Pero, ¿dónde
estamos?
-No he podido moverme
lo suficiente rápido antes de que las heridas me causaran problemas de verdad,
estamos muy lejos de Eclissis y de mi Mundo. Y seguramente los Avatares, que ya
saben sus planes, estén viniendo hacia aquí. Debes irte... Ggg... Yo los
retendré.
-Si a penas puedes
tenerte en pie.
-Ja... Puedo hacer más
sentado de lo que parece. Vete.
-Pero...
-¡Vete! No hagas que
me arrepienta, no hagas que el plan de Kuroi haya sido en vano. ¡Fuera!
Un impulso oscuro
empujó tan fuerte a Abraham que lo sacó de la atmósfera del Mundo al que habían
llegado, invocando por inercia la armadura y poco después la Llave deslizador
para recuperar el equilibrio y salir a todo correr de allí.
-Joder, joder, joder.
Ahora vamos contrarreloj, pero tengo la gema. No sé para qué coño es, pero la
tengo y...
-Abraham, ¿me
escuchas?
-¿K-Kuroi? ¿Cómo
coño...?
-Esa boca, niño.
-Esa boca, niño.
-Pero, ¿cómo...?
-Es un enlace telepático,
lo he creado contigo a través de los años, pero no puedo mantenerlo mucho
tiempo. ¿Has conseguido la gema?
-Sí, ¿c-cómo sabías
que...?
-Conozco a Keiro.
-Conozco a Keiro.
-Ya... ¿Qué quieres
que haga?
-Ve directamente a
Eclissis nos encontraremos en el palacio.
-¡¿En el palacio?!
-Sí, sólo allí puedo
llevar a cabo el retroceso en el tiempo. Además te prometí tu armadura.
-Estás de coña, ¿no?
-¡Ve!
-¡Ve!
-Pero, Kuroi... ...
... ¿Kuroi? ¡Mierda! Se ha roto el enlace. Joder, joder, joder.
Abraham aceleró la
Llave deslizador a más no poder esperando poder llegar a tiempo a Eclissis,
pero cuando Keiro le dijo que estaban lejos no era ninguna broma. De hecho fue
en ese momento cuando se dio cuenta de que alguien le perseguía a una gran
velocidad.
-¡¿...?! ¿Qué...?
¿Será K...?
No, no era Keiro,
parecía cabreado y cada vez le sacaba menos terreno a Abraham, pronto le iba a
alcanzar. Giró la cabeza y fue a uno de los Avatares al que vio.
-¡Mierdaaaaa!
-¡No escaparás!
Su velocidad parecía
mermada, ¿quizás herido? Pero aún así cada vez le sacaba menos, aquello iba a
ser el final. Él no tenía nada que hacer contra aquel ser, si había superado a
Keiro él no iba a durar ni un segundo contra él. De nuevo la ira y el miedo se
apoderaron de él, no sabía si seguir adelante huyendo o darse la vuelta y luchar
para morir como un hombre, cara a cara. Pero cuándo se debatía interiormente
por aquello una voz le tranquilizó.
-No tengas miedo.
-¿...? ¿Quién...?
-No tengas miedo.
-¿Quién eres?
-El día está cada vez
más lejos y más cerca.
-¿Qué...?
-El día en que se
abrirá la puerta.
-¿Qué puerta? ¿Qué
dices?
-Sólo los Elegidos
podrán detener a la Oscuridad.
-¿Los Elegidos? ¿De
quién hablas?
-Debes ser fuerte. No
temas a la Luz.
-¡¿...?!
Al escuchar aquello último
una Luz excesivamente brillante se formó justo delante de Abraham. Sintió
tranquilidad, sintió hasta felicidad, sintió a todos aquellos a los que había
perdido tan cerca, era como si... como si.. el Reino de los Corazones aún
existiese. Miró a ambos lados y el Corazón se le estremeció al ver a sus padres
uno a cada lado mirándole felices, orgullosos.
-¿Pa-papá? ¿Mamá?
No tardaron en
disiparse en aquella Luz para empezar a ver una serie de caras rápidas de las
que sólo pudo identificar una, la de su tía Claudia.
-¿...?
Y entonces de pronto
apareció Keiro en frente de él, no sabía porqué era él, pero lo sabía, ya que
no se le parecía en nada al que había conocido minutos atrás. Su gesto era
mucho más tranquilo, su cabello negro y sus ojos verdes, demasiado normal para
parecer ser el de verdad.
-Gracias.
-¿...?
-Ahora podré volver a
ver a Bastet. Pensaba...
-...
-Pensaba que este
lugar ya no existía, que ellos nos lo habían robado. Gracias.
-¿De verdad esto
es...?
Pero Keiro no respondió, cerró los ojos y desapareció antes de que un rostro familiar volviera a presentarse ante él, se parecía mucho a su madre pero claramente... claramente no era su madre.
Pero Keiro no respondió, cerró los ojos y desapareció antes de que un rostro familiar volviera a presentarse ante él, se parecía mucho a su madre pero claramente... claramente no era su madre.
-¿Quién... eres tú?
-La pregunta es quién...
eres tú.
-¿Yo? Yo soy...
El rostro de la mujer
se disipó poco a poco y en su lugar apareció el de Kuroi.
-¿Kuroi? ¿Estás...?
¡¿Estás muerto?!
-¿Qué dices,
principito?
-¿...?
-¿...?
Abraham agitó la
cabeza varias veces para ver como la Luz que le envolvía desaparecía y entonces
todo empezó a tomar forma hasta que se dio cuenta que se encontraba delante de
las puertas del palacio de Eclissis, había varios soldados oscuros en el suelo
y Kuroi sujetaba un enorme escudo.
-Ey, ¿qué ha pasado?
-¿Mmm...? ¿Cómo... he
llegado aquí?
-Mmm... no lo sé,
pero has llegado a tiempo. ¿Qué ha pasado? Conseguiste la gema, ¿no?
-Sí, está aquí.
Abraham la sujetaba férreamente entre sus manos como si no quisiera soltarla, pero al final se la dio a Kuroi.
-Genial, ahora hay
que entrar y obtener la armadura.
-Venga, ¿en serio?
-Es muy en serio,
Abraham. Sólo esa armadura te protegerá del viaje en el tiempo.
-Oh...
-Así que prepárate,
toca la mejor parte, vamos contrarreloj.
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