sábado, 9 de mayo de 2015

Capítulo 8: El morador de la Oscuridad



Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:

https://www.youtube.com/watch?v=Zl8MkYATQVc

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Abraham miraba el firmamento desde el tejado de su casa viendo el oscuro amanecer en Eclissis, un sol rojizo con motas negras que brillaba y oscurecía a partes iguales, una imagen con la que había tenido que vivir la mayor parte de su vida. Había cosas que aún no entendía de lo que había pasado y que, seguramente, jamás entendería, pero algunas de ellas no le importaban. Creía en Kuroi. Creía en su plan. Y se había tomado aquello muy en serio, iba a salvar a su familia, aunque fuera lo último que hiciese en esa línea de su vida, otra llegaría y podría hacer más feliz a los que le rodeasen, no iba a permitir que aquellos infelices le robasen las esperanzas de vivir aquello por lo que sus padres intentaron luchar, por darle el lugar en el mundo que le correspondía. El odio que les tenía no podía ser mayor, pero sabía que en aquel lugar, en aquel tiempo, en aquel... extraño mundo que habían creado, no podía hacer nada.

-¿Estás preparado?
-Sabes que sí.

Dijo el chico sin apartar la mirada del Sol habiendo esperado que Kuroi apareciese pronto.

-¿Quieres despedirte de Hanabi? Es posible que no volvamos en un tiempo. O... que no volvamos.
-¿Tan mal genio tiene Keiro?

Dijo finalmente girándose y sonriendo, bromeando para quitarle tensión al momento, cosa que funcionó y Kuroi le devolvió la sonrisa.

-No sé, hace mucho que no le veo, pero no es al único al que vamos a visitar.
-¿Ese regalo que me prometiste también está en el camino?

Kuroi se acercó entonces a Abraham y se sentó a su lado.

-¿Sabes qué? Me recuerdas un montón a tu tío. Acertaron mucho al ponerte su nombre.
-¿...? ¿Quieres decir que al ponerme su nombre algo mágico hizo que heredase su personalidad o algo así?
-Ja, ja, ja. No sé. El destino puede ser muy divertido, yo lo sé bien. Tu abuela cambió mucho las cosas por aquí pero cuando los Avatares destruyeron el Reino de los Corazones...
-Nunca me has hablado demasiado de mi abuela, menos que de mi madre.
-Arturia... Excelente mujer... Ella hizo más por el Reino de la Luz que nadie.
-¿Más que mi madre?
-Sí... No es que quiera menospreciar a tu madre, no me malinterpretes. Pero digamos que... Arturia desplegó toda sus esperanzas en todos nosotros, no quiso que su hija cargara con todo como ella tuvo que hacer.
-Compartistéis su poder...
-Podría haber sido mucho más poder si hubiéramos tenido un poco más de tiempo. Hubiera cambiado las tornas pero...
-Caos...
-Sí. Él siempre fue el mayor obstáculo que se interpuso en nuestro camino. Sólo otro Elegido podía nublar nuestro destino. Él que tanto quiso proteger el Reino de la Luz al final fue su perdición. O no, ¿quién sabe? Si Keiro, lleno de ira no le hubiera matado, a lo mejor hubiera sido capaz de detener a los Avatares, ya nunca lo sabremos.
-¿Le defiendes?
-No... Claro que no... Da igual. De todas maneras ya no tengo el poder para ver cómo hubieran sido las cosas si hubieran sido distintas, a lo mejor nuestra perdición empezó mucho antes de que incluso Arturia pudiera predecirlo.
-¿Entonces tu plan no tiene sentido?

Kuroi se encogió de hombros y miró directamente a los ojos al príncipe exiliado.

-¿Eso te echa atrás?
-¿No sabes si tu plan tendrá exito?
-¿Y eso es motivo para no intentarlo? Mira lo que nos rodea, Abraham. ¿Quieres esto para las posibles generaciones venideras?

Abraham echó una ojeada, pero se dio cuenta de que aquel paisaje era demasiado familiar como para darle otra ojeada pensando que aquello lo cambiaría, en su lugar acabó mirando al suelo dónde vio una piedra, que a diferencia de las otras, era blanca. ¿Una piedra que se había salvado del cambio? Pero no pudo evitar acabar bromeando.

-¿Ya quieres ser abuelo?
-... ...no creo que quiera pensar en eso ahora mismo.
-¡Vamos, carcamal, alégrate! No creerás de verdad que me voy a echar atrás.
-No... claro que no...

Kuroi miró ahora al sol rojo satisfecho y feliz.

-Démosle un mundo mejor a nuestras chicas, aunque no podamos vivir para presenciarlo.
-¿Cuándo empezamos?
-Ésa es la actitud.

Abraham se levantó de un salto y le tendió la mano a su suegro-padrastro ayudándole a levantarse.

-¿Y cuál es el plan para salir de aquí sin que nadie se entere?
-Je. Llevo mucho tiempo reuniendo poder para alterar lo suficiente el tiempo. ¿Preparado?
-Dame la señal.

Kuroi sonrió e invocó su Llave deslizador y su armadura, repitiendo el mismo proceso Abraham dando así la señal por dada.

-¡Vamos allá!

Ambos salieron disparados hacia el cielo oscuro de Eclissis y entonces Kuroi reunió todo el poder que había estado acumulando parando el tiempo en todo su mundo de origen el suficiente "tiempo" para poder salir de allí sin que nadie se enterara, al llegar fuera y volver a dejar que el tiempo siguiera su curso perdió fuerzas y cayó de rodillas sobre su Llave deslizador.

-Kuroi, ¿estás bien?
-Ey, ¿no creerías que algo así no iba a hacer mella en este carcamal, no?
-Je, je. Supongo que sí, pero si puedes hacer bromas de ello es que estás bien.
-Tú lo has dicho. Sigamos.

Kuroi recuperó las fuerzas poco a poco mientras sus Llaves deslizador emprendía un nuevo vuelo siguiendo una ruta que sólo existía en los recuerdos del antiguo Dios del tiempo.

-Hay algo de lo que aún no hemos hablado.
-¿Mmm?
-Tu nombre. Cuando vuelvas en el tiempo. No puedes presentarte como Abraham.
-Ni tampoco puedo presentarme con esta cara y color de pelo y ojos.
-Para eso está el hechizo de metamorfosis, no te preocupes.
-Un nombre, ¿eh? ¿Alguna idea?
-Mmm... tengo unas cuantas. Antes de ser... antes de todo esto, era profesor, y tenía varios alumnos a los que admiraba.
-¿Profesor? ¿Tú? La verdad es que te pega.
-Ya... En fin, entre ellos había un muchacho que me recuerda mucho a ti, se llamaba Jake.
-Jake, ¿eh? ¿Y tenía un perro llamado Finn?
-Sí, ja, ja, me parto... ... Lo gracioso es que cuando use el hechizo en ti no se parecerá en nada a ti. Irónico, ¿eh?
-Bueno, Kuroi, tú siempre me has enseñado que lo que importa es lo de dentro, no lo de fuera.
-Cierto. Cierto.

Viajaron un poco más en silencio hasta que ambos vislumbraron a lo lejos un planeta mucho más oscuro y lúgubre de lo que tenían por costumbre parecerse los nuevos mundos de aquel nuevo extraño Reino.

-Keiro... ¿Vive ahí?
-Sí...
-¿En serio? Da... yuyu...
-Bueno, cuando Keiro mató a Caos los Avatares le colmaron de aplausos. Keiro no sucumbió a su verdadero yo pero... al perder a Bastet se acabó perdiendo a sí mismo.
-...
-Ella era lo único que le ataba al Reino de la Luz. Cuando Caos la mató...
-Puedo imaginar por lo que pasó...
-Y aunque era un regalo, ése fue el mayor de sus castigos. Lo que ahora es... su hogar... Pase lo que pase, no menciones a Bastet. ¿Vale, Abraham?
-Ni se me ocurriría.
-Ahora mismo Keiro es el ser más poderoso de la existencia. Si le cabreamos, quién sabe lo que puede pasar.
-¿Dices que él podría acabar con los Avatares?
-Podría... pero ya no tiene motivaciones para hacerlo.
-¿Por qué?
-Porque ya da igual todo, este lugar que los Avatares han creado no tiene salvación, incluso aunque Keiro les destruyera no cambiaría nada. Sólo cambiaría de dueño. Además no tiene muchas ganas de luchar ya. Sólo de que le dejen en paz.
-No termino de entenderlo, pero supongo que da igual discutirlo.

Kuroi no dijo nada más y los dos bajaron deshaciéndose de sus Llaves deslizador pero no de su armadura, hasta en el Reino híbrido que los Avatares habían creado, en aquel mundo la Oscuridad cortaba como un cuchillo.

-Guau... Este lugar es tan... pesado... Podría matarnos...
-Es Keiro.
-¿Cómo dices?
-Es... difícil de explicar. Su poder ha crecido tanto que su Corazón se hizo uno con el de este Mundo. Todo lo que pasa en él... Bueno, ya me entiendes...

Abraham tragó saliva y caminaron unos segundos antes de encontrarse con un hombre totalmente oculto entre ropajes y encapuchado, imposible de discernir nada sobre él, a parte de la enorme presión de poder que su cuerpo ejercía a su alrededor.

-¿Es... él?

Kuroi fue el que tragó saliva esta vez y dio un paso acercándose al encapuchado y mirándole con decisión.

-Keiro.

El encapuchado giró la cabeza creyendo que había alguien a su espalda quién respondería por ese nombre, luego volvió a girarse observando a Kuroi.

-¿Te refieres a mí?
-Sí. Tú eres...
-Hacía mucho que no me llamaban por ese nombre. Bueno, hacía mucho que nadie se dirigía a mí de ninguna manera. ¿Qué dices, Bastet? No, ya sé que es Kuroi.

Kuroi y Abraham se miraron al oírle hablar "con Bastet" pero prefirieron ignorar esa parte.

-Al menos te acuerdas de mí. Es un paso.
-¿Cómo podría olvidarte? Todos me perseguís en sueños, muriendo uno a uno.

Entonces Keiro se dio la vuelta y empezó a caminar, decidiendo hijastro y padrastro a seguirle hasta alcanzar una pequeña choza que parecía que iba a desmoronarse en cualquier momento pero que seguramente se mantenía en pie a duras penas gracias al poder de Keiro. Algo paradójico.

-¿Queréis tomar algo?
-Ehhhhh... No... No venimos de visita de ocio.
-Entiendo, entonces sólo hay otra razón por la que vendrías.
-¿La conoces?
-No.
-¿...?
-Bueno, la cosa es que... te necesitamos.
-Eso se da por hecho. Pero, ¿qué queréis que haga?
-Necesitamos entrar en Memoria.
-Ja. ¿Y qué te hace pensar que mis hermanos os dejarán entrar?
-Ejem... Bueno, ahí es dónde entras tú.
-¿Queréis que se lo pida?
-No pensabamos en eso exactamente... 
-¿Qué...?
-¡Chss! Keiro, ambos sabemos que los Avatares no nos dejarán entrar ni aunque tú se lo pidieras.
-¿Entonces...?
-¡¿De verdad tenemos que explicártelo?!
-¡Abraham!
-Pero Kuroi, ¿qué coño le pasa? Me está desesperando...
-Ja... Qué poco educado le tienes. De verdad que se parece a él, ¿eh, Kuroi?
-Sí, je, je. Chsss (Te dije que no intentaras cabrearle, ¿quieres que nos desintegre?)
-Bueh...
-Nos gustaría que nos abrieses paso... Ya sabes... A la antigua usanza...
-¿Con Llave espada en mano? Eran buenos tiempos. No, Bastet, ya sé que ya no tengo mi Llave espada.

Keiro bebió de un extraño brebaje después de volver a "hablar" con la pelirroja.

-Bueno, necesitamos algo de Memoria, Keiro. Y nosotros no podemos con...
-¿Ellos? No, Bastet, ya sé que no pueden con ellos.
-... ... ...
-¿Nos ayudarás entonces, Keiro?
-... ... ...
-¿Keiro?
-... ... ...
-¡Habla ya!
-¡Abraham!
-Bastet dice que os ayude, pero... Luego... ¿Qué planeáis hacer? Os ayudaré a entrar, pero salir es cosa vuestra.
-Eso es suficiente.
-¡¿Suficiente, Kuroi?! ¡Nos destrozarán!
-Chss (No podemos pedirle más).
-Bueh...
-¿Tienes un plan en marcha, Kuroi?
-Eh, sí... bueno...
-¿Creéis que no me doy cuenta de la cara que ponéis cuando hablo con Bastet? Ya sé que está muerta, pero... Así es más fácil... La eternidad sin ella es peor que la muerte.
-No tienes que explicarnos na...
-¡Pues sí, tío! Parece que estás como una puta cabra.
-Ab...

A Kuroi no le dio tiempo a terminar siquiera una palabra cuando se encontró con Keiro encima de Abraham absoriendo toda energía vital del chico sin que éste ni se hubiera dado cuenta ni hubiera podido hacer nada.

-¡Keiro, para!
-¿Que pare? ¡¿Que pare?! Fue su culpa... ¡Fue su culpa! ¡Por su culpa mataron a Bastet!
-¡No, no! ¡Él no fue!
-¡Sí que fue! ¡¿No ves su cara?! ¡Es él!
-¡No lo es! ¡Keiro, detente!
-Debe... debe... ¡morir!
-¡He dicho que... pares!

Una enorme onda de energía salió de Kuroi y lanzó por los aires a metros de ahí a Keiro dejando que Abraham recuperase el color natural de su piel poco a poco hasta que pudo volver a respirar y moverse.

-Ah... ah... ah... ¿Qué... qué demonios?

Kuroi cayó al suelo al instante, habiendo gastado todas sus energías en ese ataque.

-Ku-Kuroi...

El muchacho agitó a Kuroi para que se moviera pero después de la segunda agitación fue levantado en el aire por la camiseta.

-Tú no eres él. ¿Q-quién... quién eres?
-¿De quién hablas, tío? ¡Se te ha ido la chota!
-No... no lo eres. Pero... sí lo eres al mismo tiempo. ¿Quién eres?
-Soy el hijo de Eleone. Su hijo. Abraham... Abraham Junior.
-¿Eleone? ¿Hijo? Mmm... Ah...

Keiro dejó caer al instante a Abraham mientras caía de rodillas y empezaba a sujetarse la cabeza de dolor.

-E-Eleone... Eleone... ¿Su hijo? Y... ¿necesitas mi ayuda?
-Sí, la necesitamos.
-E-está bien... Todo sea por ella... Pero sólo te ayudaré a ti.
-¿Y... Y Kuroi?
-No le necesitamos, ahora debe descansar.
-P-pero...
-No hay peros.

Y antes de que Abraham pudiera quejarse una vez más fue agarrado del brazo por Keiro y aparecieron a través de un portal oscuro en Memoria.

-¿Eh...? ¿Cómo...? ¿Esto... esto es...?
-Bienvenido a Memoria. El Reino de los Corazones oscuros.

Doce asientos en círculo había alrededor de Keiro y Abraham, y en cada uno se sentaba uno de los doce Avatares de la Oscuridad.

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