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Abraham miraba el
firmamento desde el tejado de su casa viendo el oscuro amanecer en Eclissis, un
sol rojizo con motas negras que brillaba y oscurecía a partes iguales, una
imagen con la que había tenido que vivir la mayor parte de su vida. Había cosas
que aún no entendía de lo que había pasado y que, seguramente, jamás entendería,
pero algunas de ellas no le importaban. Creía en Kuroi. Creía en su plan. Y se
había tomado aquello muy en serio, iba a salvar a su familia, aunque fuera lo último
que hiciese en esa línea de su vida, otra llegaría y podría hacer más feliz a
los que le rodeasen, no iba a permitir que aquellos infelices le robasen las
esperanzas de vivir aquello por lo que sus padres intentaron luchar, por darle
el lugar en el mundo que le correspondía. El odio que les tenía no podía ser
mayor, pero sabía que en aquel lugar, en aquel tiempo, en aquel... extraño
mundo que habían creado, no podía hacer nada.
-¿Estás preparado?
-Sabes que sí.
Dijo el chico sin apartar la mirada del Sol habiendo esperado que Kuroi apareciese pronto.
-¿Quieres despedirte
de Hanabi? Es posible que no volvamos en un tiempo. O... que no volvamos.
-¿Tan mal genio tiene
Keiro?
Dijo finalmente girándose
y sonriendo, bromeando para quitarle tensión al momento, cosa que funcionó y
Kuroi le devolvió la sonrisa.
-No sé, hace mucho que
no le veo, pero no es al único al que vamos a visitar.
-¿Ese regalo que me
prometiste también está en el camino?
Kuroi se acercó entonces a Abraham y se sentó a su lado.
Kuroi se acercó entonces a Abraham y se sentó a su lado.
-¿Sabes qué? Me
recuerdas un montón a tu tío. Acertaron mucho al ponerte su nombre.
-¿...? ¿Quieres decir
que al ponerme su nombre algo mágico hizo que heredase su personalidad o algo
así?
-Ja, ja, ja. No sé.
El destino puede ser muy divertido, yo lo sé bien. Tu abuela cambió mucho las
cosas por aquí pero cuando los Avatares destruyeron el Reino de los
Corazones...
-Nunca me has hablado
demasiado de mi abuela, menos que de mi madre.
-Arturia... Excelente
mujer... Ella hizo más por el Reino de la Luz que nadie.
-¿Más que mi madre?
-Sí... No es que
quiera menospreciar a tu madre, no me malinterpretes. Pero digamos que...
Arturia desplegó toda sus esperanzas en todos nosotros, no quiso que su hija
cargara con todo como ella tuvo que hacer.
-Compartistéis su
poder...
-Podría haber sido
mucho más poder si hubiéramos tenido un poco más de tiempo. Hubiera cambiado
las tornas pero...
-Caos...
-Sí. Él siempre fue
el mayor obstáculo que se interpuso en nuestro camino. Sólo otro Elegido podía
nublar nuestro destino. Él que tanto quiso proteger el Reino de la Luz al final
fue su perdición. O no, ¿quién sabe? Si Keiro, lleno de ira no le hubiera
matado, a lo mejor hubiera sido capaz de detener a los Avatares, ya nunca lo
sabremos.
-¿Le defiendes?
-No... Claro que
no... Da igual. De todas maneras ya no tengo el poder para ver cómo hubieran
sido las cosas si hubieran sido distintas, a lo mejor nuestra perdición empezó
mucho antes de que incluso Arturia pudiera predecirlo.
-¿Entonces tu plan no
tiene sentido?
Kuroi se encogió de
hombros y miró directamente a los ojos al príncipe exiliado.
-¿Eso te echa atrás?
-¿No sabes si tu plan
tendrá exito?
-¿Y eso es motivo
para no intentarlo? Mira lo que nos rodea, Abraham. ¿Quieres esto para las
posibles generaciones venideras?
Abraham echó una
ojeada, pero se dio cuenta de que aquel paisaje era demasiado familiar como
para darle otra ojeada pensando que aquello lo cambiaría, en su lugar acabó
mirando al suelo dónde vio una piedra, que a diferencia de las otras, era
blanca. ¿Una piedra que se había salvado del cambio? Pero no pudo evitar acabar
bromeando.
-¿Ya quieres ser
abuelo?
-... ...no creo que
quiera pensar en eso ahora mismo.
-¡Vamos, carcamal,
alégrate! No creerás de verdad que me voy a echar atrás.
-No... claro que
no...
Kuroi miró ahora al
sol rojo satisfecho y feliz.
-Démosle un mundo
mejor a nuestras chicas, aunque no podamos vivir para presenciarlo.
-¿Cuándo empezamos?
-Ésa es la actitud.
Abraham se levantó de
un salto y le tendió la mano a su suegro-padrastro ayudándole a levantarse.
-¿Y cuál es el plan
para salir de aquí sin que nadie se entere?
-Je. Llevo mucho
tiempo reuniendo poder para alterar lo suficiente el tiempo. ¿Preparado?
-Dame la señal.
Kuroi sonrió e invocó
su Llave deslizador y su armadura, repitiendo el mismo proceso Abraham dando así
la señal por dada.
-¡Vamos allá!
Ambos salieron
disparados hacia el cielo oscuro de Eclissis y entonces Kuroi reunió todo el
poder que había estado acumulando parando el tiempo en todo su mundo de origen
el suficiente "tiempo" para poder salir de allí sin que nadie se
enterara, al llegar fuera y volver a dejar que el tiempo siguiera su curso
perdió fuerzas y cayó de rodillas sobre su Llave deslizador.
-Kuroi, ¿estás bien?
-Ey, ¿no creerías que
algo así no iba a hacer mella en este carcamal, no?
-Je, je. Supongo que sí, pero si puedes hacer bromas de ello es que estás bien.
-Tú lo has dicho.
Sigamos.
Kuroi recuperó las
fuerzas poco a poco mientras sus Llaves deslizador emprendía un nuevo vuelo
siguiendo una ruta que sólo existía en los recuerdos del antiguo Dios del
tiempo.
-Hay algo de lo que aún
no hemos hablado.
-¿Mmm?
-Tu nombre. Cuando
vuelvas en el tiempo. No puedes presentarte como Abraham.
-Ni tampoco puedo
presentarme con esta cara y color de pelo y ojos.
-Para eso está el
hechizo de metamorfosis, no te preocupes.
-Un nombre, ¿eh?
¿Alguna idea?
-Mmm... tengo unas
cuantas. Antes de ser... antes de todo esto, era profesor, y tenía varios
alumnos a los que admiraba.
-¿Profesor? ¿Tú? La
verdad es que te pega.
-Ya... En fin, entre
ellos había un muchacho que me recuerda mucho a ti, se llamaba Jake.
-Jake, ¿eh? ¿Y tenía un perro llamado Finn?
-Sí, ja, ja, me parto... ... Lo gracioso es
que cuando use el hechizo en ti no se parecerá en nada a ti. Irónico, ¿eh?
-Bueno, Kuroi, tú
siempre me has enseñado que lo que importa es lo de dentro, no lo de fuera.
-Cierto. Cierto.
Viajaron un poco más
en silencio hasta que ambos vislumbraron a lo lejos un planeta mucho más oscuro
y lúgubre de lo que tenían por costumbre parecerse los nuevos mundos de aquel
nuevo extraño Reino.
-Keiro... ¿Vive ahí?
-Sí...
-Sí...
-¿En serio? Da...
yuyu...
-Bueno, cuando Keiro
mató a Caos los Avatares le colmaron de aplausos. Keiro no sucumbió a su
verdadero yo pero... al perder a Bastet se acabó perdiendo a sí mismo.
-...
-Ella era lo único
que le ataba al Reino de la Luz. Cuando Caos la mató...
-Puedo imaginar por
lo que pasó...
-Y aunque era un
regalo, ése fue el mayor de sus castigos. Lo que ahora es... su hogar... Pase
lo que pase, no menciones a Bastet. ¿Vale, Abraham?
-Ni se me ocurriría.
-Ahora mismo Keiro es
el ser más poderoso de la existencia. Si le cabreamos, quién sabe lo que puede
pasar.
-¿Dices que él podría
acabar con los Avatares?
-Podría... pero ya no
tiene motivaciones para hacerlo.
-¿Por qué?
-Porque ya da igual todo, este lugar que los Avatares han creado no tiene salvación, incluso aunque Keiro les destruyera no cambiaría nada. Sólo cambiaría de dueño. Además no tiene muchas ganas de luchar ya. Sólo de que le dejen en paz.
-Porque ya da igual todo, este lugar que los Avatares han creado no tiene salvación, incluso aunque Keiro les destruyera no cambiaría nada. Sólo cambiaría de dueño. Además no tiene muchas ganas de luchar ya. Sólo de que le dejen en paz.
-No termino de
entenderlo, pero supongo que da igual discutirlo.
Kuroi no dijo nada más
y los dos bajaron deshaciéndose de sus Llaves deslizador pero no de su
armadura, hasta en el Reino híbrido que los Avatares habían creado, en aquel
mundo la Oscuridad cortaba como un cuchillo.
-Guau... Este lugar es
tan... pesado... Podría matarnos...
-Es Keiro.
-¿Cómo dices?
-Es... difícil de
explicar. Su poder ha crecido tanto que su Corazón se hizo uno con el de este
Mundo. Todo lo que pasa en él... Bueno, ya me entiendes...
Abraham tragó saliva
y caminaron unos segundos antes de encontrarse con un hombre totalmente oculto
entre ropajes y encapuchado, imposible de discernir nada sobre él, a parte de
la enorme presión de poder que su cuerpo ejercía a su alrededor.
-¿Es... él?
Kuroi fue el que tragó
saliva esta vez y dio un paso acercándose al encapuchado y mirándole con decisión.
-Keiro.
El encapuchado giró
la cabeza creyendo que había alguien a su espalda quién respondería por ese
nombre, luego volvió a girarse observando a Kuroi.
-¿Te refieres a mí?
-Sí. Tú eres...
-Hacía mucho que no
me llamaban por ese nombre. Bueno, hacía mucho que nadie se dirigía a mí de
ninguna manera. ¿Qué dices, Bastet? No, ya sé que es Kuroi.
Kuroi y Abraham se
miraron al oírle hablar "con Bastet" pero prefirieron ignorar esa
parte.
-Al menos te acuerdas
de mí. Es un paso.
-¿Cómo podría
olvidarte? Todos me perseguís en sueños, muriendo uno a uno.
Entonces Keiro se dio la vuelta y empezó a caminar, decidiendo hijastro y padrastro a seguirle hasta alcanzar una pequeña choza que parecía que iba a desmoronarse en cualquier momento pero que seguramente se mantenía en pie a duras penas gracias al poder de Keiro. Algo paradójico.
Entonces Keiro se dio la vuelta y empezó a caminar, decidiendo hijastro y padrastro a seguirle hasta alcanzar una pequeña choza que parecía que iba a desmoronarse en cualquier momento pero que seguramente se mantenía en pie a duras penas gracias al poder de Keiro. Algo paradójico.
-¿Queréis tomar algo?
-Ehhhhh... No... No
venimos de visita de ocio.
-Entiendo, entonces sólo
hay otra razón por la que vendrías.
-¿La conoces?
-No.
-¿...?
-Bueno, la cosa es
que... te necesitamos.
-Eso se da por hecho. Pero, ¿qué queréis que haga?
-Necesitamos entrar
en Memoria.
-Ja. ¿Y qué te hace
pensar que mis hermanos os dejarán entrar?
-Ejem... Bueno, ahí
es dónde entras tú.
-¿Queréis que se lo
pida?
-No pensabamos en eso exactamente...
-¿Qué...?
-¡Chss! Keiro, ambos
sabemos que los Avatares no nos dejarán entrar ni aunque tú se lo pidieras.
-¿Entonces...?
-¡¿De verdad tenemos
que explicártelo?!
-¡Abraham!
-Pero Kuroi, ¿qué
coño le pasa? Me está desesperando...
-Ja... Qué poco
educado le tienes. De verdad que se parece a él, ¿eh, Kuroi?
-Sí, je, je. Chsss (Te dije que no intentaras cabrearle, ¿quieres que nos desintegre?)
-Sí, je, je. Chsss (Te dije que no intentaras cabrearle, ¿quieres que nos desintegre?)
-Bueh...
-Nos gustaría que nos
abrieses paso... Ya sabes... A la antigua usanza...
-¿Con Llave espada en
mano? Eran buenos tiempos. No, Bastet, ya sé que ya no tengo mi Llave espada.
Keiro bebió de un
extraño brebaje después de volver a "hablar" con la pelirroja.
-Bueno, necesitamos
algo de Memoria, Keiro. Y nosotros no podemos con...
-¿Ellos? No, Bastet,
ya sé que no pueden con ellos.
-... ... ...
-¿Nos ayudarás
entonces, Keiro?
-... ... ...
-¿Keiro?
-... ... ...
-¡Habla ya!
-¡Abraham!
-Bastet dice que os
ayude, pero... Luego... ¿Qué planeáis hacer? Os ayudaré a entrar, pero salir es
cosa vuestra.
-Eso es suficiente.
-¡¿Suficiente, Kuroi?!
¡Nos destrozarán!
-Chss (No podemos
pedirle más).
-Bueh...
-¿Tienes un plan en
marcha, Kuroi?
-Eh, sí... bueno...
-Eh, sí... bueno...
-¿Creéis que no me
doy cuenta de la cara que ponéis cuando hablo con Bastet? Ya sé que está
muerta, pero... Así es más fácil... La eternidad sin ella es peor que la muerte.
-No tienes que
explicarnos na...
-¡Pues sí, tío!
Parece que estás como una puta cabra.
-Ab...
A Kuroi no le dio tiempo a terminar siquiera una palabra cuando se encontró con Keiro encima de Abraham absoriendo toda energía vital del chico sin que éste ni se hubiera dado cuenta ni hubiera podido hacer nada.
-¡Keiro, para!
-¿Que pare? ¡¿Que
pare?! Fue su culpa... ¡Fue su culpa! ¡Por su culpa mataron a Bastet!
-¡No, no! ¡Él no fue!
-¡Sí que fue! ¡¿No
ves su cara?! ¡Es él!
-¡No lo es! ¡Keiro, detente!
-Debe... debe...
¡morir!
-¡He dicho que...
pares!
Una enorme onda de
energía salió de Kuroi y lanzó por los aires a metros de ahí a Keiro dejando
que Abraham recuperase el color natural de su piel poco a poco hasta que pudo
volver a respirar y moverse.
-Ah... ah... ah...
¿Qué... qué demonios?
Kuroi cayó al suelo
al instante, habiendo gastado todas sus energías en ese ataque.
-Ku-Kuroi...
El muchacho agitó a
Kuroi para que se moviera pero después de la segunda agitación fue levantado en
el aire por la camiseta.
-Tú no eres él.
¿Q-quién... quién eres?
-¿De quién hablas, tío? ¡Se te ha ido la chota!
-No... no lo eres.
Pero... sí lo eres al mismo tiempo. ¿Quién eres?
-Soy el hijo de
Eleone. Su hijo. Abraham... Abraham Junior.
-¿Eleone? ¿Hijo?
Mmm... Ah...
Keiro dejó caer al
instante a Abraham mientras caía de rodillas y empezaba a sujetarse la cabeza
de dolor.
-E-Eleone...
Eleone... ¿Su hijo? Y... ¿necesitas mi ayuda?
-Sí, la necesitamos.
-E-está bien... Todo
sea por ella... Pero sólo te ayudaré a ti.
-¿Y... Y Kuroi?
-No le necesitamos, ahora debe descansar.
-No le necesitamos, ahora debe descansar.
-P-pero...
-No hay peros.
Y antes de que
Abraham pudiera quejarse una vez más fue agarrado del brazo por Keiro y
aparecieron a través de un portal oscuro en Memoria.
-¿Eh...? ¿Cómo...?
¿Esto... esto es...?
-Bienvenido a Memoria. El Reino de los Corazones oscuros.
-Bienvenido a Memoria. El Reino de los Corazones oscuros.
Doce asientos en círculo
había alrededor de Keiro y Abraham, y en cada uno se sentaba uno de los doce
Avatares de la Oscuridad.
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