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Alexander y Eleone
consiguieron un salvoconducto para subir a bordo del Jardín de los SeeD, Merlín
la había puesto en un sueño profundo para que no sufriera, el resto esperó en
Camelot ayudando en la reconstrucción.
-Te vas a poner bien,
te lo prometo.
Salieron de la nave
transporte y allí les esperaba su guía, una joven bastante alegre de cabello
castaño que no tardó en asaltarles con sus preguntas.
-Hola, hola. ¿Sois la
parejita de Elegidos?
-...
-Yo soy vuestra guía,
encantada.
-E-encantado... ¿nos
podrías llevar ante Edea?
-¿Ante mamá Ede?
Ahora mismo no puede, está un poco ocupada, os serviré de guía para...
-¿No puede?
-¿Mmm?
-¿Entonces para qué
nos han dejado subir?
-Bueno, no he dicho
que no pueda nunca, sólo que ahora mismo, en este momento, a esta hora, en este
instante... no puede...
-¿Y tenemos que
esperar mucho?
-No creo...
-¿No crees? ¿Ni
siquiera lo sabes?
-Bueno... no es que
no... vale, sí, no lo sé. Pero eso no significa que...
-¡¿Así nos quieren
ayudar?!
-Ey, cálmate.
-¿Que me calme? Mi
protegida y prometida está al borde de la locura, ¿y quieres que me calme?
-Lo siento. ¿Es ésa?
-Sí.
-Qué mona. Bueno,
hagamos una cosa, os llevo ante el comandante y que él decida.
-¿El comandante?
-Sí, es mi amigo, se
llama...
-No quiero sonar
descortés, pero me da igual su nombre, sólo quiero que...
-Claro, claro, tienes
razón. Venga, vamos. Vamos, corre. Venga, venga.
Alexander cogió a
Eleone en brazos y siguió a la joven hiperactiva por varios pasillos y
ascensores hasta que llegaron a lo que parecía lo alto del Jardín, donde estaba
el despacho del comandante y el timón.
-¿Comandante?
¿Comandante?
-Genial. Ahora no está.
-Mmm... qué raro,
nunca sale de aquí. A no ser que...
-Chss (Que no me diga
que ha salido de la nave).
-...haya salido de la
nave.
Alexander chocó cómicamente
su mano derecha contra su frente.
-¿Y no puede ser que
simplemente esté durmiendo o descansando?
-¡Aiba! No había caído
en eso.
-...
-Espera, voy a su
dormitorio. No tardo nada. Pero nada nadita. En un momento estoy aquí. Pero que
no...
-¿Quieres ir, por
favor?
-Está bien, está
bien.
La joven hiperactiva
desapareció y Alexander se acercó a un sillón que había allí donde depositó
suavemente a Eleone, la acarició y le apartó los pelos de la cara.
-Me pregunto si en el
letargo que te ha sumido Merlín puedes tener sueños. O sólo es como si
estuvieras...
-Ahí está,
comandante.
-¿...?
Alexander se levantó
del lado de Eleone para encarar al susodicho comandante aunque cuando le vio
sus ojos no dieron créditos, era un chaval incluso más joven que él, aunque
tampoco podía quejarse, fue general de una ciudad a esa edad.
-Gracias, puedes retirarte.
¿Eres el general de Eclissis?
-Sí.
-¿Y esa su reina?
-Sí.
-Ya... Yo soy el comandante.
Sígueme.
Alexander se encogió
de hombros y cogió una vez más a Eleone siguiendo al ahora comandante que les
llevó de nuevo al ascensor.
-¿Otra vez al
ascensor? ¿Edea no está aquí?
-Edea está escondida
y protegida por su propia seguridad.
El Comandante
entonces introdujo una llave en la ranura del ascensor y un nuevo piso apareció
en pantalla: el sótano. Bajaron hasta ahí y salieron a una especie de
almacenaje subterránea donde habían montado un pequeño "trono", allí,
el joven que se había subido en la nave de mensajeros estaba al lado izquierdo
de Edea, la mujer que era bien conocida como bruja, y no precisamente pasaba
desapercibida por su aspecto. El Comandante pidió a Alexander que le siguiera y
se posicionó al lado derecho de Edea.
-Gracias, hijo mío.
-Nada, mamá Ede.
-Chss (¿Mamá Ede? No
le pega nada llamar a alguien así.)
Alexander le hizo un
gesto al otro chico, el rubio y entonces se dirigió a Edea, aunque su simple
apariencia y presencia le incomodaban.
-Hola, buenas..
Soy...
-Sé quien eres joven
y qué haces aquí.
La bruja se levantó de su trono y se acercó a la reina que colgaba de los brazos de su protector. Le parecía raro a Alexander que una mujer tan buena como ella, que iba salvando gente y luchando contra Caos se dejara adorar de esa manera, protegida por sus dos "manos" y sentada en un trono. Tendría algún complejo.
-Mmm... ya veo...
es... extraño...
-¿El qué?
-Que esta joven tenga
tanto poder. No tenía que haberos dejado subir a bordo.
-¿Có-có-cómo?
Alexander no podía dar crédito a aquellas palabras, parecía que en verdad aquella no era tan buena mujer como parecía.
-Debería haber bajado
yo.
En seguida Alexander
se retractó de sus pensamientos y se avergonzó de sus prejuicios, aunque sus
dos "manos" no parecieron estar de acuerdo con esa decisión. Parecía
que aquella mujer estaba de cierta manera obligada a aceptar ese lujo y esa
protección dignos de una reina.
-Mamá Ede, ya sabes
que...
-Sí, sí, lo sé mis
niños, lo sé. Pero esta chica es mucho más importante. Tiene en su interior el
Corazón de un Mundo, alejarlo tanto de su origen puede ser perjudicial para
ella y para el propio Mundo. Y ni siquiera nosotros podemos permitir eso.
El joven de la
derecha, el que no era rubio se llevó la mano a la cara apesadumbrado y
entonces tomó una decisión.
-Prepararé un séquito
de SeeD para que puedas bajar bien protegida, mamá Ede.
-Eso no hará falta,
hijo mío. Con que bajéis los dos conmigo me sentiré protegida.
-¿Los dos? Pero...
-Venga, nene
enamoradizo, no seas quejica. Hace mucho que no luchas, así te desoxidas un
poco.
El chico se volvió a llevar la mano a la cara algo molesto por aquella situación y de ver como todos estaban en su contra, hasta a Alexander le pareció raro.
-No se hable más,
pues. Marchémonos ya.
-¡¿Ya?! Pero no he
preparado nada.
-Tranquilo, mi niño.
Todo saldrá bien.
-Venga nenaza, será
divertido.
Una vez más el chico
se llevó la mano a la cara molesto y decidió no protestar más.
-Gracias, Edea.
-Ya me las darás
cuando salve a esa muchacha. Vamos.
Y los cuatro salieron
de aquel lugar.
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Mientras, en algún Mundo desolado por la Oscuridad, Keiro y Bastet se encontraban con cierta figura familiar.
-¿Dos Elegidos que
quieren verme? Sabéis que vengo acompañado, no tendréis valor para atacarme.
-Déjate de memeces,
Caos. Toma.
Keiro sacó el grial y
se lo lanzó a Caos que le cayó a los pies iluminándole la cara. Sabía que no
podría cogerlo.
-¿Es una trampa?
-¿Qué clase de trampa
puedo prepararte rodeado y con una copa de oro?
-...
Caos se agachó y tomo
el poder del grial, lo último que le faltaba para completar su ritual.
-Es el real... ¿por
qué? ¿Cuál es el truco?
-No hay truco.
-Nadie regala nada a
nadie gratis. Y mucho menos traicionando a sus amigos.
-Tómatelo como
quieras. No nos importa.
Keiro hizo un amago
para llevarse a Bastet de allí pero Caos les detuvo.
-¡Espera!
-¿Qué quieres?
-¿No te unirías a mí?
Keiro miró a Bastet cómplice
y luego le devolvió la mirada a Caos.
-No querías fiarte de
mí por una mierda de copa y ahora quieres que me una a ti.
-¿Una mierda de copa?
¿Eso es para ti? Bueno, no importa... Me has dado lo que querías y no hay
ninguna explicación lógica por la que quisieras traicionar a tus amigos y darme
lo que quería. Me caes bien.
-En realidad si hay
una explicación lógica.
De un Portal de Oscuridad surgió un homber bastante alto y cubierto con una armadura, tenía el pelo rubio y largó y levitaba con una vara en su mano.
-¿...?
-Eres demasiado estúpido,
Caos. Suerte que nos tienes a nosotros.
-¿Cómo te atreves?
-Es obvio porque
quieren unirse a ti, Caos.
-...
-Así podrán
desenmascarar todas nuestras estrategias, secretos y miembros. Y no nos
conviene.
-Está bien, pues nos
vamos.
Keiro volvió a tirar
de Bastet y abrió un portal de Oscuridad.
-Te estaremos
vigilando, Elegido.
De repente el tiempo
pareció detenerse y Caos apareció al lado de Keiro diciéndole una rápida cosa
al oído.
-Chss (Vuelve a
Lufenia en una hora justa. Tenemos que hablar)
Y tras eso el tiempo
volvió y Keiro terminó de meterse por el Portal con Bastet.
-¿Qué te ha dicho?
-Que quería verme en
Lufenia en una hora.
-¿Te fías?
-Si nos hubiera
querido atacar ése era el mejor momento. Tenía a Ánima y a sus servidores. Iré
yo solo.
-Pero Keiro...
-Tranquila. Ya sabes
quién más anda por Lufenia, ¿no?
-Shirei... claro, él
te protegería si te pasara algo.
-Así que no te preocupes.
La verdad es que no debí haberte metido en esto. Deberías haberte quedado al
margen.
-No... No. Está bien
así. Contigo hasta el final, ¿no?
-...
-Contra viento y
marea.
A la hora después,
Keiro apareció en los confines de Lufenia donde Caos le esperaba, no había
ninguno de sus servidores ni el aura intranquila que liberaba Ánima.
-Has venido.
-Si pensaras que no iba
a venir no me lo habrías pedido.
-Cierto. Cierto.
-¿Qué quieres de mí?
-La verdad.
-¿La verdad?
-Mi recompensa por tu
regalo. Seguro que quieres saber que ocurrió aquí hace veintiún años. Cuando la
estúpida de Arturia me perseguía.
-No hace faltar
ofender a gente que se merece nuestro respeto para contar una historia.
-Puede que tengas razón...
siempre fue una respetable enemiga. Quizás demasiado.
-Al grano, Caos.
-Me pregunto que te
habrá contado Shirei al respecto. Él también era muy joven cuando todo ocurrió,
no sabía toda la verdad.
-¿Quieres hacerle
salir?
-No hace falta.
Seguro que nos está escuchando igualmente. Nunca fue muy discreto.
-...
-¿Quieres escucharlo
entonces?
-Claro. Pero quiero
dejarte una cosa clara, Caos. Da igual lo malvados que puedas hacer parecer a
mis padres, eran mi familia y algún día les vengaré.
-Seguro que lo harás.
-...
-Bien, como ya sabrás
parte de la historia sólo haré un resumen... Hace veinticinco años yo era el
simple servidor de un rey de un Mundo ya caído en desgracia, pero uno muy
poderoso, se me había permitido blandir una Llave espada y usarla en nombre del
Reino de la Luz para purgar a los Sincorazón.
-¿Tienes idea de como
llegaron al Reino de la Luz?
-Durante mucho tiempo
pensé que igual que tu familia.
-¿...?
-Que entraron por la
grieta dimensional que usaron para venir aquí.
-¿Y no es así?
-No. Es mucho más
interesante porque todo el Mundo cree que los Sincorazón se generaron en el
Reino de la Oscuridad.
-¿Qué quieres decir?
-Los Sincorazón nacen
de la Oscuridad de un Corazón. ¿De verdad crees que Corazones tan llenos de
Oscuridad como los de tu especie hubieran creado hordas de Sombras?
-...
-El Reino de la Luz
es el único responsable de la existencia de los Sincorazón.
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